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Críticas

Algo más de lo aprendido en el club de lectura

Hola! De nuevo aquí os dejamos otras dos críticas de algunos libros comentados en el club de lectura:

 

 

El jardinero fiel de John Le Carré

La explotación del olvido

África, un continente olvidado, silenciado y del que apenas hacen constancia de su existencia los medios de comunicación internacionales, como si en esas tierras no sucediera nunca nada digno de mención. El origen de la humanidad se encuentra precisamente en unos territorios que en la actualidad el sistema capitalismo impuesto trata como el vertedero de esa misma humanidad, pero de la zona rica. “Fármacos desechables para pacientes desechables”. De esta manera John Le Carré y bajo el tono de denuncia en combinación con el romance, intenta llegar al meollo del conflicto, a una situación que permanece impune bajo el consentimiento intencionado de los principales organismos mundiales.

 

Sida, África, inmoralidad, compañías farmacéuticas, Dipraxa, tuberculosis… ¿Ficción o realidad? Muertes por efectos secundarios de medicamentos y compromiso humano son tan sólo algunas de las alusiones de la novela El Jardinero fiel. Ambientada en África, no por azar, sino por ser ese continente el mejor laboratorio para las compañías farmacéuticas dada la alta frecuencia de sida y de tuberculosis y por ser los africanos "pacientes desechables", El jardinero fiel relata las peripecias de una pareja donde el asesinato de Tessa aviva la conciencia de su esposo, Justin, diplomático inglés, quien intenta descubrir las razones por las cuales su mujer fue masacrada.

 

En ella se describe de manera magistral el cambio histórico en todos los sentidos que ha traído consigo el capitalismo y la nueva era informacional. Se ha pasado de esta manera a una nueva etapa en el Tercer Mundo, del colonialismo de las naciones al de las empresas farmacéuticas como ejemplo o muchas otras, que imponen su voluntad sin ningún tipo de limitación, ni por el interior ni exterior de los países africanos, como podría ser Kenia, país en el que se desarrolla la historia. La expoliación de África se inició ya con la explotación de sus recursos, que aún continúa, y la “caza de esclavos” para zonas occidentales. Hoy estos esclavos ya no solo trabajan en las extensas plantaciones, en las casas de los ricos, sino que bajo la esperanza de una ayuda exterior a su precaria situación es utilizada como siempre en contra de ellos. Esta situación la plasma magistralmente Le Carré. El libro no deja de lado la devastación producida por el sida. La pobreza de las gentes, la escasa información que se ofrece sobre esa enfermedad y el nulo valor que se da a los pacientes africanos, quienes son considerados "algo similar a seres humanos" bien retratan la indolencia de algunas transnacionales.

 

Los precios excesivos de los fármacos, la arrogancia de algunas para retirar del mercado medicinas nocivas, el trato diferente a los enfermos del primer y tercer mundo que se someten a estudios de experimentación, la publicación incompleta de las investigaciones y la reticencia para informar con detalle y en forma fragmentada los resultados adversos y negativos de los experimentos se ha convertido en una amenaza para la sociedad, cuya “medicalización” es cada vez más evidente. “Medicalización” que crece sin cesar por la publicidad de las farmacéuticas, por la mirada a otro lado de los medios de comunicación y por las ocultas complicidades de no pocas autoridades de salud.

 

 

 

La ficción dibujada bajo el Dipraxa y sus muertos, la pareja, el médico africano y los conejillos de Indias, se correlaciona con la voracidad de algunas farmacéuticas donde la ética y el ser humano quedan relegados a segundos planos debido a la conjunción entre farmacéuticas y políticos. Conjunción, por cierto, deificado por las inmensas ganancias de las primeras y por la inconmensurable pobreza de los segundos.

 

La impunidad de las empresas, bajo la gran protección con la que actúan queda asegurada. Por una parte, las empresas farmacéuticas dan una imagen falsa pero altruista al resto de países afirmando su deseo de regalar medicamentos a países del Tercer Mundo; pero, sin embargo, se ha comprobado que en muchas ocasiones se envían productos caducados con los que el beneficios de éstas es aún mayor al desechar de manera productiva sus stocks, imposibles ya de vender en Occidente.

 

La situación es realmente terrible en todo el continente que con las presiones exteriores aún ve su existencia más en peligro, aún sus vidas se ven todavía más envueltas en la incertidumbre. Las vidas de las personas de la mayoría de estos países se sucede entre el interés por conseguir alimento a diario y por no ser asesinados y robados por grupos militares o terroristas de sus mismos países. La esperanza de vida en países como Kenia o Somalia es semejante, según Médicos Sin Fronteras, a la que se tenía en los países del Norte a finales del siglo XVIII. Mientras estas poblaciones se consumen, los países ricos no sólo hacen caso omiso a sus súplicas sino que además continúan expoliándolos de una manera cruel e inhumana. Está claro que la base del capitalismo y su existencia se basa de alguna manera en que una parte de éste sea mero saco de residuos, pero también de recursos y mercancías. Éste es el papel que cumple el continente desde hace ya siglos.

 

La situación no parece mejorar para el futuro pues con toda seguridad deparará una realidad aún menos halagüeña para el mundo. Entramos en un período de crisis mundial, según algunos expertos consideran incluso que las consecuencias y efectos de esta crisis serán superiores y más peligrosas que las del Crack del 29. La crisis hará que la inflación suba a cotas insostenibles y los primeros que pagarán estos efectos serán precisamente los más pobres. Esta subida de precios se iniciará en los alimentos más básicos, como el arroz o la harina, que suponen la base de la alimentación en los países con menos recursos. Por ello más de dos tercios de la población no sólo seguirán muriendo de hambre como hasta ahora, sino que la catástrofe podría llegar a cotas insospechadas. Y, por supuesto, si la crisis se aúna todavía a estos países afectará sin duda a los recursos de éstos por lo que las consecuencias en los países “civilizados” pueden también ser graves.

 

El carácter cíclico del capitalismo ha sido comprobado ya por numerosos sociólogos y economistas. Sin duda, vamos a entrar en un proceso crítico, no tan conocido por los países ricos pero del que no salen los pobres. Porque para África no existe ya una crisis, no tiene sentido pensar en las consecuencias nefastas del futuro, pues el presente es la meta primordial. Siempre han vivido una enorme crisis que ha dificultado que estas tierras pudieran ser trabajadas por sus habitantes, que reconocieran su potencial culturas y tradicional. Pues a pesar de poseer en el corazón del desierto la historia más antigua de todas se les ha robado cualquier intento de reflexión bajo el manto de la pobreza extrema, del sida y del olvido. Tal vez las dos primeras situaciones sean realmente preocupantes, sobre todo, por su aumento en los últimos años. No obstante, el silencio, el engaño, el paternalismo y el aprovechamiento de sus tierras e incluso de sus cuerpos, como podemos leer a través de las palabras de Le Carré sin duda resultan una gran tristeza y pena. Sentimientos que no deben perderse pero tampoco quedar ahí, ya que la pena sin acción se queda en mero paternalismo, nombrado anteriormente. Sin duda, la acción frente a estas terribles y graves situaciones es muy difícil de llevarse a cabo, más todavía cuando el sistema no favorece en nada la ayuda real a estas gentes y cuando los políticos, gobiernos y grandes multinacionales dificultan el progreso de ciertas iniciativas.

 

Esto fue precisamente lo que le sucedió a Tessa, la activista en un pueblo de Kenia, una vez que se decidió por indagar hasta el fondo las implicaciones de las empresas farmacéuticas y del gobierno británico, le quitaron esa oportunidad, cobrándosela con su propia vida.

 

Más información:

- La vida y la muerte en África

- La muerte de un continente

-VIH/SIDA: problema rural

-ÁFRICA, Sida, infancia y educación

 

Fdo. M, V y P

Un poco de lo aprendido

Hola a todos y todas! bueno me ha tocado a mi presentaros algunos de los libros que hemos estado trabajando durante todos estos meses en el club de lectura. El último de ellos, de Delibes, todavía no tenemos acabada la crítica pero sí de algunos otros de temática muy diversa. Creemos que así os podríamos animar a leer estos libros o por lo menos a disfrutar, en la medida de lo justo, con nuestras emociones y pensamientos:


Si esto es un hombre de Primo Levi

La irracionalidad asesina

Debemos encontrar una salida. Alguna puerta o agujero de escape a otra forma de comprender y vivir la realidad. Una realidad convertida en la preeminencia absoluta de la economía por encima del resto de ámbitos. Todo es comerciable, todo tiene un precio. Se trata de este capitalismo voraz que devora poco a poco cualquier resto de humanidad, de valores e ideas, y convierte a cada individuo en una parte intrínseca de su constitución. Ya entrados en el siglo XXI podemos apreciar que una crisis de valores lleva incubándose desde hace unos años en el interior de los Estados dominantes, occidentales y norteamericanos. Se trata por una parte del resurgimiento de las ideologías de extremaderecha, conservadora y xenófoba, que se abre paso en los gobiernos europeos, cada vez con mayor intensidad, tal sea el caso de Le Pen y su partido… en Francia o el caso holandés. Y, por otra, la pérdida de interés por parte de la población rica que, acunada en comodidades, ha perdido todo su sentido crítico sobre los regímenes democráticos y resto de problemas sociales. Han cerrado sus ojos para no ver, no sentir y peor aún, no pensar, en algo más allá de sus ombligos.

La obra de Primo Lévi Si esto es un hombre, un superviviente de los campos de trabajo de Auschwitz durante la II Guerra Mundial, nos permite mirar atrás, observar experiencias pasadas para tenerlas presente y no caer en los horribles errores del pasado. El ideario nazi, defensor de la superioridad étnica de los arios y del antisemitismo, crítico con la democracia y con todo aquel distinto a sus ideales de pureza: comunistas, homosexuales, gitanos, judíos, etc., desembocó en el mayor genocidio conocido por la historia de la humanidad. Unos asesinatos en masa que fueron planificados y que unificaron el poder de la ciencia y las tecnologías para que fueran lo más eficientes posibles, especialmente después de la conocida como “solución final” decidida en la Conferencia de Wanssee en enero de 1942, que llevó hasta los últimos extremos la política nazi de exterminio.

El libro, alejándose del victimismo y la compasión, nos permite llegar ya no tanto al conflicto histórico en sí, sino con mucha mayor profundidad a la problemática humana en situaciones extremas, a la experiencia de los hombres que ven como su vida es producto de un salvaje juego. Una problemática que debería ser tenida más en cuenta en esta situación actual. Los fascismos de principios del siglo XX buscaban la aniquilación existencial de sus enemigos, la fractura del ser, la decadencia de la persona hasta límites extremos. Ese odio irracional que caracterizaba la naturaleza de estas posturas tal vez permite entender aunque no aceptar esta situación. Necesitaban ver a los “otros” como basura, como residuos, poner en práctica todo lo imaginado contra ciertos colectivos.

Las torturas y condiciones a las que fueron sometidos demuestran no sólo la resistencia que puede llegar a poseer nuestro cuerpo y alma, sino también que esa degeneración tan brutal puede hacer que nos olvidemos de nuestra propia humanidad, de lo que somos y hemos sido, nuestro propio “yo”. “Gracias a Lorenzo, no olvidé que yo mismo era un hombre”, son palabras textuales de Primo Lévi. El desgaste es tan grande que la gravedad de la situación les obliga a olvidar tiempos pasados, no tienen tiempo ni fuerzas para recordar a sus seres queridos. Toda referencia a la vida de relativa felicidad anterior suponía una “bala” en el corazón. Estos sentimientos y emociones eran provocados de forma bien calculada, como hemos citado antes, por las políticas de exterminio. Con el fin de acabar con el hombre no sólo físicamente, sino asegurándose de que antes del horno crematorio o las duchas se trataba de sólo eso, cuerpos vacíos.

La destrucción de la II Guerra Mundial, contabilizada grosso modo, fija en 55 millones de personas muertas o desaparecidas durante el periodo bélico. No todas las zonas fueron igual de cruelmente golpeadas pero el cálculo final es, sin duda, sobrecogedor. Lévi fue uno de esas víctimas que intentó en todo momento no perder el sentido de la orientación, aún cuando las situaciones se hacían realmente violentas, como por ejemplo, algo muy frecuente, los fusilamientos al azar. Muchas víctimas de atentados, de injusticias y crímenes encuentran la superación de su trauma a través del lenguaje escrito, cuando por su boca no logran emerger ningún sentimiento. La lucha ya no es por un odio a los nazis, ni siquiera un sentimiento de rencor recorrió su mente años después del calvario, sino contra el olvido de todos aquellos que vivieron el horror directos que seres iguales a ellos les depositaron como si de animales se tratase.

Se trata de una crítica a todo tipo de violencia, no solo a la de Auschwitz y demás campos de exterminios nazis, sino también a la de Francia contra el pueblo argelino en 1232; la crueldad estadounidense en su guerra con Vietnam de 1919; la errática posición de Israel, protegida por el monopolio del poder mundial, los Estados Unidos, etc. Muchos filósofos y pensadores se han planteado en multitud de ocasiones si la naturaleza del ser humano lleva intrínseca la violencia o si es un producto social que cada uno de nosotros absorbe aunque no de igual manera, dependiendo de las circunstancias que nos toque vivir. La historia nos enseña que la violencia surge cuando una serie de factores se combinan y estalla en los seres humanos por motivos ideológicos, económicos, de poder, etc., un odio y rabia en sus interiores que de la única manera que consiguen calmar es mediante el desahogo físico contra los demás.

Theodor Adorno, pensador de la Escuela de Frankfurt, también judío que hubo de huir de Alemania a Estados Unidos con el inicio de las deportaciones, nos expone en sus trabajos lo difícil que debería haber resultado digerir todo lo acontecido en el mundo después la II Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de lo ocurrido, apenas unos años después, en el conjunto del globo todo parecía muy lejano, en orden y equilibrio, como si solo hubiera sido una pesadilla. Adorno se cuestionaba unos años después del fin del conflicto si alguien se atrevería después de la barbarie a escribir de nuevo poesía o si podríamos los humanos seguir disfrutando de la vida conociendo lo ocurrido, con la conciencia tranquila. Parece ser que su pesimismo no se ha hecho realidad y en muchos casos han sido las propias víctimas del holocausto nazi las que se han atrevido a lanzar a la luz una realidad sólo conocida por ellos.

 

 

Los pensamientos que se exponen en la obra, no obstante, no pierden su vigencia, se renuevan. A pesar de los errores volvemos a tropezar en el terror y el odio hacia seres indefensos, que no han hecho más que vivir de acuerdo a determinadas convicciones, creencias o valores que no dañan a nadie. Las ansias de poder, de dinero y prestigio llevaron al expansionismo alemán a una dura guerra y a un horrible final. Ahora, el expansionismo de los Estados Unidos, por poner el ejemplo más evidente, sigue también esta tendencia pero silenciando sus actuaciones, camuflándolas con falsos argumentos y manipulando los medios de comunicación en beneficio propio. Las gentes de Irak y Afganistán no pueden decir que les han trasladado como terroristas y enemigos del orden mundial a campos de exterminio, porque estos mismos campos son ahora todo el país. En su momento las potencias contrarias a Alemania tenían poder suficiente como para parar finalmente sus actos, mediante la violencia. Sin embargo, en el futuro, y con la preeminencia de los Estados Unidos, no existirá nada ni nadie que pare sus pasos e intereses. Todo lo que haga deberá de ser aceptado por la opinión pública internacional, para su bien y para mantener ese orden mundial con el que los políticos llenan sus discursos.

El devenir de nuevos genocidios en un futuro es una mera quimera. Tal vez en los países occidentales que ya pasaron por la situación sea muy difícil que se reúnan de nuevo las condiciones que justifiquen una matanza del calibre y diseño que tuvo la que los nazis perpetraron. Pero, no podemos obviar, de que una visión tan europeísta no nos deja asomarnos al resto del mundo, especialmente a los países más pobres, en los que los genocidios siguen estando de máxima actualidad, a pesar de que los medios de comunicación no se hagan eco de ellos. Miles de africanos luchan a machetazos y rifles con vecinos suyos, con hermanos, por una serie de injusticias provocadas por los países ricos, pero enfocada y alimentada entre ellos.

La vida en un Lager, al igual que todos los individuos que han vivido situaciones límite, de injusticia y odio marca para siempre una vida. Nadie consigue realmente perdonar a todos los que les hicieron sufrir porque en la mayoría de casos muchos todavía no han conseguido perdonarse a ellos mismos por haber sobrevivido. Esto mismo le sucedió a Lévi. Después de toda una vida dedicada a contar su historia durante la guerra, sus recuerdos pudieron finalmente con el ser humano que era. Su vida acabó muchos años después de su estancia en uno de los campos de trabajo de Auschwitz, pero quiso que fuera de la misma manera, metafóricamente, que muchos de sus vecinos, amigos y familiares lo hicieran, por la chimenea de los hornos crematorios. Lévi, a pesar de ser químico y conocer miles de sustancias y sus efectos, se suicidó tirándose por el hueco de las escaleras de un cuarto piso, una “chimenea improvisada”. Una forma de acabar con su vida con un significado de fondo que sorprende pero que ayuda a comprender lo que puede llegar a causar en los hombres ciertas ideologías cargadas de odio y rabia y unidas a la ciencia. Eso mismo resultaron ser el fascismo, nazismo y en menor medida el franquismo. Esperemos que no se olvide nunca, para que no se repita nunca más…

 

+ infor en:

Libro completo

Entrevista a Primo Levi

 

 

 

Fdo. M. P. y V.

Derecho a vivir y... ¿a morir?

Estoy realmente preocupada. M. llamó el otro día a P. y le contó que su marido la había insultado. Como se ponga fea la cosa voy a tener que ir a decirle cuatro cosas a ese macho ibérico. Lo único que me importa es que M. esté bien... la verdad es que la echo de menos, a pesar de que no coincidamos en casi nada. Es curioso como a veces eso es lo menos importante. Hay personas que por mucho que te saquen de quicio consiguen que les tengas aprecio, creo que esa es la verdadera amistad, esa que deja a un lado las diferencias, o más que dejarlas a un lado las acepta y las respeta. Espero de verdad que P., M. y yo podamos volver a quedar para tomar algo y discutir toooda la tarde sobre cualquier tontería... o cualquier tema serio, porque un día de estos nos contratan para hacer una tertulia en la televisión.

Hablando de otra cosa, en el trabajo hoy ha venido un caso muy difícil. Se trata de una mujer que quedó paralítica en un accidente de coche. Únicamente puede mover el lado izquierdo de la cara, y el cuerpo lo tiene absolutamente inmóvil. Es un caso muy difícil y no pinta nada bien la verdad. La pobre mujer no tiene a nadie que la cuide, ya que quedó viuda hace ya 4 años... y nos ha pedido que la ayudemos a morir. El tema de la eutanasia es muy delicado, en mi humilde opinión cualquiera debería tener derecho sobre su vida, para quitársela si así lo desea. Otra cosa es que tenga que intervenir una segunda persona para llevar eso a cabo... Recuerdo la película de Mar Adentro, de Alejandro Amenábar, en la que se relataba la historia de Ramón Sampedro. Era una caso parecido a éste... Leí una crítica de la película bastante buena, creo que la escribieron unas estudiantes de periodismo... a ver si la encuentro.

Mar adentro, mar adentro,
y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo;
es como penetrar al centro del universo:

El abrazo más pueril,
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo:

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras:
más adentro, más adentro,
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.

 

Este es el poema con el que empieza la película de Alejandro Amenábar Mar Adentro, lo escribió Ramón Sampedro, el protagonista de este drama, y es el poema que da nombre a la película. En este film Amenábar hace un análisis de la vida del gallego, un hombre cuya vida sufrió un vuelco importante al quedarse paralítico. Aunque su vida no era tan difícil como la de otras personas que han tenido accidentes similares, Sampedro quería morir, necesitaba morir.

El tema es tratado con mucha sensibilidad, implicando al espectador en la historia. Además la interpretación magistral de los actores, especialmente de Javier Bardem pero también de Belén Rueda o Lola Dueñas, consigue que la historia sea lo más real posible. El espectador no ha podido conocer a Sampedro, pero a través de la interpretación de Bardem se puede hacer una idea muy real de su agonía y sus ganas de terminar con ella.

Sampedro aparece en la película como un hombre carismático y con buen sentido del humor, tiene mucha iniciativa, la cual lo lleva a escribir un libro. Después de treinta años en esa cama, con la única referencia al exterior de algún paseo esporádico y las vistas de su ventana al mar que le quitó la juventud, Sampedro planea su propia muerte. Adquieren especial importancia en este punto los personajes femeninos. Las dos mujeres enamoradas de Sampedro son tentadas a ayudar al enfermo, a ser sus cómplices hasta la muerte. Sin desvelar el final, sorprendente sin duda, hay que reconocer que en esta historia se ve un claro ejemplo de la clase de locuras que pueden hacerse por amor... ¿o quizá no son locuras?

En cualquier caso, Amenábar nos lleva de forma magistral a conocer la historia de este gallego, que retando a las leyes se hizo dueño de su propia vida. Aparte queda la polémica de si está bien hecho o no. La película fue muy criticada porque se pensó que podía animar a los enfermos en la misma o peor situación a querer quitarse la vida, pero hay que confiar más en el criterio de la gente, si uno de verdad quiere quitarse la vida, es que está realmente fastidiado.

Ramón, descanse, por fin, en paz.

 

La verdad es que es una película que cala hondo. Te hace pensar sobre la vida y la muerte... realmente Sampedro no estaba tan mal como mi paciente, pero por otra parte sí que pienso que cada uno debe ser dueño de su vida, si no tenemos eso ya no nos queda nada.

Voy a dormir un poco, que hoy me toca turno de noche.

Fdo. V

Bienvenid@

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En él no encontrarás historietas de nuestra vida (porque no es un diario, aunque lo parezca), tampoco encontrarás chistes para poder comentar lo graciosos que son, ni recetas de cocina, ni letras de canciones, ni fotos nuestras, ni descripciones de viajes, ni…. ni nada de lo que normalmente encuentras en un blog.

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-V--> Hola, yo soy V y mi especialidad es quejarme de todo. Hay quien dice que todo me parece mal, pero es que el mundo en elque vivimos no es como para tirar cohetes. Creo que hay que ser crítico con la realidad y tratar de mejorarla cada día, por eso intento fijarme en lo que está mal y pensar algún plan para mejorarlo. ¡¡El día que llegue a la presidencia del Gobierno todos estaremos salvados!!

-M--> Buenos días, mi nombre es M. V, P y yo fuimos compañeros de escuela hace ya algunos años pero con el tiempo perdimostodo el contacto. Gracias al club de lectura de nuestra ciudad logramos reencontrarnos y llevar a cabo esta iniciativa. Con dos niños a mi cargo y mi trabajo en una gran empresa (prefiero no nombrarla y evitar publicidad) no dispongo de demasiado tiempo libre para pensar. Me considero una persona muy educada, conservadora y servicial. Creo que hoy en día muchos acontecimientos se sacan de contexto, necesitan una aclaración. Tal vez, yo pueda darla...

-P--> Hola, mi nombre es P (no confundir con Pe). Soy la más conformista de l@s tres, aunque si me tiran un poco de la lengua puedo dar guerra como el que más. ¿Mi profesión? Pre-mileurista que ya es bastante. En mis ratos libres soy administrativa y en los ratos de ocio me gusta ir al cine y leer (suelo asistir al club de lectura de la ciudad). ¿De política? Bien, gracias; los políticos ya son otra cosa. Espero poder pasarme por aquí a menudo y dar mi visión de las noticias. Aviso: suelo desvirtuar y diversificar mucho los temas. Avisados quedan.

¡Qué empiece la acción!