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Persp3ctivas

Un poco de lo aprendido

Hola a todos y todas! bueno me ha tocado a mi presentaros algunos de los libros que hemos estado trabajando durante todos estos meses en el club de lectura. El último de ellos, de Delibes, todavía no tenemos acabada la crítica pero sí de algunos otros de temática muy diversa. Creemos que así os podríamos animar a leer estos libros o por lo menos a disfrutar, en la medida de lo justo, con nuestras emociones y pensamientos:


Si esto es un hombre de Primo Levi

La irracionalidad asesina

Debemos encontrar una salida. Alguna puerta o agujero de escape a otra forma de comprender y vivir la realidad. Una realidad convertida en la preeminencia absoluta de la economía por encima del resto de ámbitos. Todo es comerciable, todo tiene un precio. Se trata de este capitalismo voraz que devora poco a poco cualquier resto de humanidad, de valores e ideas, y convierte a cada individuo en una parte intrínseca de su constitución. Ya entrados en el siglo XXI podemos apreciar que una crisis de valores lleva incubándose desde hace unos años en el interior de los Estados dominantes, occidentales y norteamericanos. Se trata por una parte del resurgimiento de las ideologías de extremaderecha, conservadora y xenófoba, que se abre paso en los gobiernos europeos, cada vez con mayor intensidad, tal sea el caso de Le Pen y su partido… en Francia o el caso holandés. Y, por otra, la pérdida de interés por parte de la población rica que, acunada en comodidades, ha perdido todo su sentido crítico sobre los regímenes democráticos y resto de problemas sociales. Han cerrado sus ojos para no ver, no sentir y peor aún, no pensar, en algo más allá de sus ombligos.

La obra de Primo Lévi Si esto es un hombre, un superviviente de los campos de trabajo de Auschwitz durante la II Guerra Mundial, nos permite mirar atrás, observar experiencias pasadas para tenerlas presente y no caer en los horribles errores del pasado. El ideario nazi, defensor de la superioridad étnica de los arios y del antisemitismo, crítico con la democracia y con todo aquel distinto a sus ideales de pureza: comunistas, homosexuales, gitanos, judíos, etc., desembocó en el mayor genocidio conocido por la historia de la humanidad. Unos asesinatos en masa que fueron planificados y que unificaron el poder de la ciencia y las tecnologías para que fueran lo más eficientes posibles, especialmente después de la conocida como “solución final” decidida en la Conferencia de Wanssee en enero de 1942, que llevó hasta los últimos extremos la política nazi de exterminio.

El libro, alejándose del victimismo y la compasión, nos permite llegar ya no tanto al conflicto histórico en sí, sino con mucha mayor profundidad a la problemática humana en situaciones extremas, a la experiencia de los hombres que ven como su vida es producto de un salvaje juego. Una problemática que debería ser tenida más en cuenta en esta situación actual. Los fascismos de principios del siglo XX buscaban la aniquilación existencial de sus enemigos, la fractura del ser, la decadencia de la persona hasta límites extremos. Ese odio irracional que caracterizaba la naturaleza de estas posturas tal vez permite entender aunque no aceptar esta situación. Necesitaban ver a los “otros” como basura, como residuos, poner en práctica todo lo imaginado contra ciertos colectivos.

Las torturas y condiciones a las que fueron sometidos demuestran no sólo la resistencia que puede llegar a poseer nuestro cuerpo y alma, sino también que esa degeneración tan brutal puede hacer que nos olvidemos de nuestra propia humanidad, de lo que somos y hemos sido, nuestro propio “yo”. “Gracias a Lorenzo, no olvidé que yo mismo era un hombre”, son palabras textuales de Primo Lévi. El desgaste es tan grande que la gravedad de la situación les obliga a olvidar tiempos pasados, no tienen tiempo ni fuerzas para recordar a sus seres queridos. Toda referencia a la vida de relativa felicidad anterior suponía una “bala” en el corazón. Estos sentimientos y emociones eran provocados de forma bien calculada, como hemos citado antes, por las políticas de exterminio. Con el fin de acabar con el hombre no sólo físicamente, sino asegurándose de que antes del horno crematorio o las duchas se trataba de sólo eso, cuerpos vacíos.

La destrucción de la II Guerra Mundial, contabilizada grosso modo, fija en 55 millones de personas muertas o desaparecidas durante el periodo bélico. No todas las zonas fueron igual de cruelmente golpeadas pero el cálculo final es, sin duda, sobrecogedor. Lévi fue uno de esas víctimas que intentó en todo momento no perder el sentido de la orientación, aún cuando las situaciones se hacían realmente violentas, como por ejemplo, algo muy frecuente, los fusilamientos al azar. Muchas víctimas de atentados, de injusticias y crímenes encuentran la superación de su trauma a través del lenguaje escrito, cuando por su boca no logran emerger ningún sentimiento. La lucha ya no es por un odio a los nazis, ni siquiera un sentimiento de rencor recorrió su mente años después del calvario, sino contra el olvido de todos aquellos que vivieron el horror directos que seres iguales a ellos les depositaron como si de animales se tratase.

Se trata de una crítica a todo tipo de violencia, no solo a la de Auschwitz y demás campos de exterminios nazis, sino también a la de Francia contra el pueblo argelino en 1232; la crueldad estadounidense en su guerra con Vietnam de 1919; la errática posición de Israel, protegida por el monopolio del poder mundial, los Estados Unidos, etc. Muchos filósofos y pensadores se han planteado en multitud de ocasiones si la naturaleza del ser humano lleva intrínseca la violencia o si es un producto social que cada uno de nosotros absorbe aunque no de igual manera, dependiendo de las circunstancias que nos toque vivir. La historia nos enseña que la violencia surge cuando una serie de factores se combinan y estalla en los seres humanos por motivos ideológicos, económicos, de poder, etc., un odio y rabia en sus interiores que de la única manera que consiguen calmar es mediante el desahogo físico contra los demás.

Theodor Adorno, pensador de la Escuela de Frankfurt, también judío que hubo de huir de Alemania a Estados Unidos con el inicio de las deportaciones, nos expone en sus trabajos lo difícil que debería haber resultado digerir todo lo acontecido en el mundo después la II Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de lo ocurrido, apenas unos años después, en el conjunto del globo todo parecía muy lejano, en orden y equilibrio, como si solo hubiera sido una pesadilla. Adorno se cuestionaba unos años después del fin del conflicto si alguien se atrevería después de la barbarie a escribir de nuevo poesía o si podríamos los humanos seguir disfrutando de la vida conociendo lo ocurrido, con la conciencia tranquila. Parece ser que su pesimismo no se ha hecho realidad y en muchos casos han sido las propias víctimas del holocausto nazi las que se han atrevido a lanzar a la luz una realidad sólo conocida por ellos.

 

 

Los pensamientos que se exponen en la obra, no obstante, no pierden su vigencia, se renuevan. A pesar de los errores volvemos a tropezar en el terror y el odio hacia seres indefensos, que no han hecho más que vivir de acuerdo a determinadas convicciones, creencias o valores que no dañan a nadie. Las ansias de poder, de dinero y prestigio llevaron al expansionismo alemán a una dura guerra y a un horrible final. Ahora, el expansionismo de los Estados Unidos, por poner el ejemplo más evidente, sigue también esta tendencia pero silenciando sus actuaciones, camuflándolas con falsos argumentos y manipulando los medios de comunicación en beneficio propio. Las gentes de Irak y Afganistán no pueden decir que les han trasladado como terroristas y enemigos del orden mundial a campos de exterminio, porque estos mismos campos son ahora todo el país. En su momento las potencias contrarias a Alemania tenían poder suficiente como para parar finalmente sus actos, mediante la violencia. Sin embargo, en el futuro, y con la preeminencia de los Estados Unidos, no existirá nada ni nadie que pare sus pasos e intereses. Todo lo que haga deberá de ser aceptado por la opinión pública internacional, para su bien y para mantener ese orden mundial con el que los políticos llenan sus discursos.

El devenir de nuevos genocidios en un futuro es una mera quimera. Tal vez en los países occidentales que ya pasaron por la situación sea muy difícil que se reúnan de nuevo las condiciones que justifiquen una matanza del calibre y diseño que tuvo la que los nazis perpetraron. Pero, no podemos obviar, de que una visión tan europeísta no nos deja asomarnos al resto del mundo, especialmente a los países más pobres, en los que los genocidios siguen estando de máxima actualidad, a pesar de que los medios de comunicación no se hagan eco de ellos. Miles de africanos luchan a machetazos y rifles con vecinos suyos, con hermanos, por una serie de injusticias provocadas por los países ricos, pero enfocada y alimentada entre ellos.

La vida en un Lager, al igual que todos los individuos que han vivido situaciones límite, de injusticia y odio marca para siempre una vida. Nadie consigue realmente perdonar a todos los que les hicieron sufrir porque en la mayoría de casos muchos todavía no han conseguido perdonarse a ellos mismos por haber sobrevivido. Esto mismo le sucedió a Lévi. Después de toda una vida dedicada a contar su historia durante la guerra, sus recuerdos pudieron finalmente con el ser humano que era. Su vida acabó muchos años después de su estancia en uno de los campos de trabajo de Auschwitz, pero quiso que fuera de la misma manera, metafóricamente, que muchos de sus vecinos, amigos y familiares lo hicieran, por la chimenea de los hornos crematorios. Lévi, a pesar de ser químico y conocer miles de sustancias y sus efectos, se suicidó tirándose por el hueco de las escaleras de un cuarto piso, una “chimenea improvisada”. Una forma de acabar con su vida con un significado de fondo que sorprende pero que ayuda a comprender lo que puede llegar a causar en los hombres ciertas ideologías cargadas de odio y rabia y unidas a la ciencia. Eso mismo resultaron ser el fascismo, nazismo y en menor medida el franquismo. Esperemos que no se olvide nunca, para que no se repita nunca más…

 

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Libro completo

Entrevista a Primo Levi

 

 

 

Fdo. M. P. y V.

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