Yo me lo guiso, yo me lo como
Aquí estoy de nuevo, frente a mi queridísimo ordenador. En la silla de siempre, en la oficina de siempre y observando la ilusión con la que mis compañeros se toman el trabajo...¡insensatos! Se me cae la cara de vergüenza de imaginar la página erótica que visita hora tras hora mi "compañero" Jorge mientras en su cuenta entra mes tras mes una considerable cifra de dinero. O mientras Sonia dice necesitar tomar un cigarrillo, orinar o tomar un café cada cuarto de hora. Dios apiádate de este mundo perezoso, así no vamos a ninguna parte.
En fin, dejemos estas banalidades y vayamos a algo interesante. Si hace poco hablábamos de tristeza ecológica hoy hablaremos del concepto de pena, todo relacionado. Hoy se me ha ocurrido echar un vistazo al periódico por Internet (que conste que ha sido una distracción de unos minutos) y leído el siguiente titular: "El Banco Mundial descarta intervenir en el mercado a pesar de la fuerte subida de los alimentos". Estaba haciendo referencia a la situación catastrófica que vive el Estado de Myanmar después del paso de un tifón por sus tierras. Pues bien, frente a la inicial tristeza ecológica que podemos sentir: miles de personas fallecidas a causa de un desastre totalmente previsible, el destrozo de fábricas y cultivos, etc., no me queda más que acallar algunas voces que critican el Banco Mundial con una frase: "yo me lo guiso, yo me lo como". No se puede permitir la ruina de la economía mundial a causa de la ineficiente acción de la Junta Militar que gobierna el país. Ellos mismos tienen el problema en su interior, se lo guisa, se lo comen... y he aquí las consecuencias...una auténtica indigestión con miles de muertos por medio. Dar pena, su única y última solución.
Deben entender estos tipos de países que las organizaciones internacionales no funcionan como una ONG y que no responderán impasibles ante todo problema, si estos países no responden con la misma moneda. Dar todo a cambio de nada. Se trata de una metáfora que Jesucristo explicaba a sus discípulos pero que en la práctica se debe ser mucho más pragmático y menos metafórico, pues las ideas de Dios con problemas similares no son cuestiones para posibles combinaciones. En fin, toda esta realidad me indigna... suerte que aún tengo a alguien a mi lado que me comprende y respeta todas mis opiniones, mi marido. Mis amigas, con toda seguridad, ya habrían echado mano a mi yugular. Al final el que calla... otorga.
Fdo. M
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